miércoles, 9 de noviembre de 2011

ANA CABEZAS – ARGENTINA


RESONANCIA

Dentro de la obra de Violeta Parra quizás lo más relevante sea para mí su canto de gratitud a la vida. Su capacidad de distinguir el amor de su tierra, su gente, sus seres queridos, sus amores de otras latitudes. Este reconocimiento es lo que deseamos que nos distinga, que nos aliente a todos y que nos seque el aliento cuando no tenemos a la persona que nuestros sentimientos han diferenciado.

La bendición que reza: «Bienaventurados los que creen en el amor pues ellos aumentarán su conciencia y anclarán esa energía en la Tierra generando monadas de luz», alcanza a Violeta sobradamente.

Finalmente, no importa el alcance pero sí el que hayamos sido vulnerables y encontrados con las flechas de Cupido, porque en ellas, sólo la que se inserta en el corazón lleva el nombre de la persona justa.

Pletórica de dicha, la gratitud llega del corazón a los labios, a las manos que acarician y abrazan, como si en el gesto pudiésemos fundir las fronteras en el encuentro álmico de las palabras. Por ser una mujer de bien, por amar a los pobres como a ella misma, por vencer los obstáculos del tiempo, por su versatilidad como artista y especialmente en el folclore latinoamericano donde marcó un antes y después, plasmando su personalidad en la voz y su canto.


Derechos Reservados © Ana Cabezas

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